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Una perspectiva general: la salud vaginal es mucho más que un tema de higiene personal: está relacionada con diversas infecciones, enfermedades, e incluso algunos tipos de cáncer. El flujo vaginal puede ser normal o indicar una alteración de los gérmenes, algunos que habitan los genitales u otros invasores.
Por qué es importante: las infecciones vaginales son el motivo de consulta ginecológica más frecuente. La alteración de la microbiota o flora vaginal puede favorecer infecciones por el virus del papiloma humano (VPH)—el germen responsable del cáncer de cérvix—, alteraciones del endometrio aumentando el riesgo de cáncer de útero, o incluso aumentar el riesgo de parto prematuro.
La actualidad sobre el tema: recientemente se ha descrito el eje intestino-genito-urinario: una red de microbiota que comparten el intestino, la vagina y la vejiga. La microbiota intestinal produce estrógenos que llegan hasta la vagina para ayudar a producir lactobacilos. De esta forma además de compartir bacterias, se equilibran entre sí. Por ello es importante mantener la microbiota vaginal y la intestinal.
En breve: en el cuerpo humano hay casi tantas bacterias como células, (es decir que son los microorganismos más abundantes) por eso es importante distinguir los siguientes conceptos
- Microbiota: los microorganismos presentes en el ser humano
- Microbioma: hábitat en el cual se encuentra la microbiota
- Simbiosis: la interacción beneficiosa en la que se encuentran dos microorganismos
- Disbiosis: desregulación de la simbiosis o el equilibrio entre dos microorganismos
Los números:
- Entre 40 y 120 diferentes tipos de especies presentes. Esa es la variedad de gérmenes que forman el microbioma vaginal(y los lactobacilos son solo uno de ellos).
- Hasta septiembre del 2021, solo en el registro de EEUU de estudios clínicos de investigación, había más de 11 000 estudios sobre el cáncer de mama en curso. En comparación había apenas 32 estudios sobre la salud vaginal.
El contexto: La microbiota es variable y dinámica, puede ser influenciada por factores como el medio ambiente, los hábitos alimenticios, las hormonas o los genes. Algunos factores que alteran la flora vaginal son: obesidad, edad avanzada, estado hormonal, embarazo, alteraciones de la inmunidad, factores genéticos, uso de compresas, prácticas de higiene incorrectas (p.ej. duchas vaginales), o fumar.
Lo que sigue: se han realizado estudios para el tratamiento de las disbiosis vaginales crónicas o difíciles de tratar con trasplante de microbiota vaginal, una alternativa novedosa y prometedora.
Sí, pero… actualmente se hace poca investigación en torno a la salud vaginal. Desafortunadamente no hay una tendencia hacia un aumento en este área, pero tal vez podríamos cambiar esto si tomamos conciencia de la importancia de la flora o microbiota, no solo para evitar infecciones, sino para protegernos frente a agresiones más graves como el cáncer.
A resaltar: Los lactobacilos son importantes porque producen el ácido láctico que mantiene el pH vaginal bajo, ayudando a bloquear el crecimiento de otras bacterias perjudiciales y mantiene el equilibrio vaginal. Por ejemplo el ácido láctico protege frente a VIH, Herpes, clamidia y gonorrea.
En resumidas cuentas: Cuando la microbiota vaginal se altera y disminuyen los lactobacilos se deja de producir ácido láctico y crecen los otros gérmenes produciendo un desbalance o disbiosis.
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El pasado 30 de septiembre de 2021, continuamos con el proyecto “Protagonista de tu salud: piensa, siente, haz.”, en colaboración del Ayuntamiento de Pamplona, con una actividad dedicada a Salud vaginal.
En esta actividad, que tuvo lugar en el Civivox Milagrosa de Pamplona en formato híbrido (presencial y online), contamos con la participación de Alfonso Correa. El Dr Alfonso Correa es médico especialista en Ginecología y Obstetricia con más de 20 años de experiencia docente e investigadora. En activo en su práctica privada en Bogotá (Colombia) y Director científico (CSO) de HIRU.

La charla comenzó explicando conceptos básicos como: la microbiota (microorganismos presentes en el ser humano), microbioma (hábitat en el cual se encuentra la microbiota), simbiosis (interacción beneficiosa en la que se encuentran dos microorganismos), disbiosis (desregulación de la simbiosis o el equilibrio entre dos microorganismos).
Cuando el ser humano nace lo hace sin bacterias y al nacer es cuando ocurre el primer contacto con la microbiota en este caso vaginal y es ahí cuando comenzamos a generar nuestra primera microbiota. Posteriormente mediante la lactancia se adquiere además la microbiota intestinal. De este modo, conforme interactuamos con el medio ambiente vamos adquiriendo nuestra propia microbiota que interactúa con el cuerpo en simbiosis/equilibrio.
Si nos centramos en la microbiota del tracto genital femenino se divide en inferior (vagina y cérvix) y superior (útero, trompas, ovarios). Hay una diversidad de bacterias, bacilos, u hongos (entre 40-120 especies) pero predominan los lactobacilos en general. La microbiota puede variar según la raza o lugar de origen existiendo diferentes organismos predominantes, por ejemplo en las mujeres africanas o latinas no predominan los lactobacilos sino otros gérmenes como la gardnerella.
La microbiota por lo tanto es variable y dinámica, pudiendo verse influenciada por factores tales como el medio ambiente, los hábitos alimenticios, las hormonas o los genes. Cabe destacar que entre todas los microorganismos presentes existen tales como la candida o bacterias intestinales .
Pero y ¿por qué son tan importantes los lactobacilos en la microbiota? Porque tal y como su nombre indica producen ácido láctico que mantiene el pH vaginal bajo ayudando a bloquear el crecimiento de otras bacterias perjudiciales y mantiene el equilibrio vaginal. El ácido láctico protege frente a por ejemplo VIH, Herpes, clamidia y gonorrea.
Cuando la microbiota vaginal se altera y disminuyen los lactobacilos se deja de producir ácido láctico y crecen los otros gérmenes produciendo un desbalance o disbiosis. Este disbalance nos hace más propensos a por ejemplo infecciones por el virus del papiloma que causa el cáncer de cérvix. Esto mismo ocurre a nivel de útero favoreciendo el cáncer de endometrio.
Entre los factores que alteran la flora vaginal encontramos: la obesidad, la edad avanzada, el estado hormonal, embarazo, alteraciones de inmunidad, factores genéticos, el uso de compresas, prácticas de higiene incorrectas como duchas vaginales o fumar.
Hay otros factores ajenos a la persona como son el lugar de residencia o el clima, que variarán la flora en una misma persona o el uso de antibióticos.
Para focalizar en algunos factores en concreto los estrógenos que cuando están disminuidos por ejemplo en la pubertad, menopausia o de forma premenstrual favorecen las infecciones. Mientras que cuando están elevados como en el embarazo protegen a la madre frente a infecciones.
En los últimos años se ha descrito también el eje intestino-genito-urinario que no es más que la microbiota del intestino, vagina y vejiga que se comparte. La microbiota intestinal, ampliamente conocida, se descubrió hace algunos años que produce estrógenos. Los responsables son los llamados estrobolomas. Éstos producen estrógenos que van al torrente sanguíneo pero también a la vagina para así producir lactobacilos. De esta forma además de compartir bacterias se equilibran entre sí. Por ello es importante mantener no solo la microbiota vaginal sino intestinal.
Cuando se altera el equilibrio vaginal y predominan otras bacterias estas producen un biofilm o una película que las recubre para protegerse. Esto hace a veces que el tratamiento de las infecciones vaginales sea difícil perpetuándose la inflamación, la secreción y el mal olor. Entre las infecciones más comunes vaginales que aparecen cuando hay una disbiosis se encuentra la vaginosis bacteriana y la candidiasis.
En la vaginosis bacteriana predomina la gardenella vaginallis, se cree que hasta un tercio de la mujeres lo presentan pero es difícil de estimar porque a veces es asintomática. La infección produce mal olor y secreción vaginal y pese al tratamiento tiende a recurrir por ello la importancia de no solo tratar la infección sino reemplazar la microbiota vaginal sana, los lactobacilos.
La segunda infección más frecuente es la candidiasis vaginal. La candida es un hongo que habitualmente encontramos tanto en la vagina como en la zona perineal, pudiendo dar infecciones vulvovaginales que causan picor y secreción vaginal. Tiende a aparecer con tratamientos antibióticos, alteraciones de la inmunidad o diabetes. Hay hábitos que lo favorecen como el uso de ciertos anticonceptivos, hábitos de higiene incorrectos, el uso de ropa apretada o todo aquello que aumente la temperatura o humedad vaginal como las compresas, lavados frecuentes o sudor.
Entre los factores protectores y que ayudan a mantener la flora vaginal sana se encuentran los probióticos, el uso de ropa holgada o de algodón y el uso de la copa menstrual.
Para corregir este problema, las alternativas incluyen el uso de probióticos (orales o vaginales), los cambios de hábitos de higiene, algunos antimicrobianos, y los disruptores de los biofilms. Estas estrategias combinadas conservan la microbiota protegiéndonos frente a problemas más graves como el cáncer.
Para finalizar, se habló de un nuevo tratamiento prometedor para las disbiosis resistentes: el trasplante de flujo vaginal. Los resultados han sido prometedores en un estudio con 5 pacientes, donde 4 de ellas mejoraron con esta novedosa intervención.
Pese a estos avances actualmente existen pocas investigaciones en torno a la salud vaginal. Desafortunadamente no hay una tendencia grande en avanzar en investigaciones en este área. Tal vez si vamos tomando conciencia de la importancia de la flora no solo para evitar infecciones sino para protegernos frente a agresiones como el cáncer haya más progresos.
Finalmente, en la ronda de preguntas de la mesa redonda se abordaron varias preguntas y comentarios en torno a la educación sobre los hábitos de higiene, la dieta rica en lactobacilos, sequedad vaginal, las copas vaginales o la frecuencia de las revisiones ginecológicas.
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